Que Atlético vuelva al triunfo tras ocho partidos, se sabe, era imprescindible. Se vivieron momentos de mucha alegría y efervescencia como cada vez que juega el Decano en el José Fierro. Pero a su vez, de un recóndito desahogo, por la vuelta a la obtención de los tres puntos que venía siendo esquiva entre bajas producciones y errores arbitrales mediante. No importó demasiado la forma en que se los consiguió ni el rival de turno. Había que ganar como sea, y se lo hizo. Eso es lo más destacable de la victoria del sábado por 4 a 2 ante los dirigidos por Diego Cagna.
La situación en la tabla menos deseada acuciaba a la masiva preocupación de sus hinchas. Otra de las aristas importantísimas en este polígono de intranquilidad que vivimos en las últimas semanas en 25 de mayo y Chile fue la partida del querido Chulo Rivoira.
Sumado a esto, el bajo rendimiento de muchos players en la sequía de triunfos que se inició en la cuarta fecha (tras el baile y paliza a Boca en el Monumental) y que parece haber terminado anoche con la disputa de la décimo tercera luego de golear a Tigre que viene en caída libre es motivo de un profundo análisis.
Los verdaderos protagonistas mostraron una actitud diametralmente opuesta a lo evidenciado en el terreno de juego durante el declive en cosecha de puntos y juego que mostró el quipo durante la racha negativa, fundamentalmente el sábado anterior, en el Cilindro de Avellaneda frente a un Racing que volvió a perder en esta jornada –nuevo DT incluído- frente a Godoy Cruz por 3 a 1. De haber sostenido la intención de ayer en mayor cantidad de encuentros, la sumatoria de unidades y el presente en la lucha por la permanencia, seguro sería muy diferente.
Considero oportuno esgrimir la falta de autocrítica que hizo falta en varios pasajes del torneo. Aún en los cotejos donde los jueces sembraron un capcioso manto de dudas sobre su labor; y en virtud de nuestra casi nula cosecha de puntos en esos partidos, faltó de parte del cuerpo técnico anterior y los intérpretes del desarrollo juego, al menos en acciones ya que nunca se hizo público desde lo verbal, replantearse muchas situaciones se juego. Inclusive, alguna vez se manifestaron públicas como falencias y en lo práctico nunca se corrigieron algunas de esas muestras como las desconcentraciones producidas en los minutos iniciales y finales de varios cotejos.
Por citar otro caso, sería bueno asumir y de una vez por todas tapar el hecho que los árbitros no tuvieron actuaciones ni decisiones acertadas para juzgar a nuestros jugadores en innumerable cantidad de oportunidades. Esta actitud de adjudicar a esta triste realidad que presentan los fallos arbitrales debe concebirse para que sea superada y no para exhibirla como un fundamento ante un resultado negativo. ¿Cómo? Simplemente mentalizando a los protagonistas que, por más injusto que sea, ante una sanción que no corresponda o directamente ante faltas no cobradas en nuestro favor por ejemplo, nuestros players no deben quedarse inmóviles por más evidente que fuera tal o cual jugada. Continuar con el desarrollo del juego en lugar del reclamo airado que lamentablemente no sólo es inútil casi siempre, sino que nos termina perjudicando con tarjetas en contra. Reacción inmediata ante la adversidad y tan sólo una manera de ver como afrontarla.
La defensa parece no encontrar un rumbo, ya que en determinados pasajes de los encuentros cada ataque rival es un estiletazo al alma de nuestros hinchas. Es sensato pensar que el continuo recambio de apellidos, posiciones y esquemas de juego puede ser una importante dificultad en este sentido. Estado que no me hace más que sugerir que la concentración y la actitud pueden disimular numerosos obstáculos -y si no repasemos las actuaciones defensivas frente a Huracán o Boca- que se manifiestan en el arte de la dinámica de lo impensado como definió alguna vez al fútbol el inolvidable Dante Panzeri.
La gente-y nosotros por supuesto- rindió tributo al ídolo que se fue y que no olvidará jamás como lo es Héctor Rivoira. Así lo indicó la emotiva manera de corear su apodo y de ofrendar banderas de agradecimiento, un reconocimiento genuino y hasta impensado si se quiere en el fútbol actual a un técnico que se fue por malos resultados.
Pero como el adjetivo mismo de su hinchada lo indica, en 25 de mayo, los fieles al culto que representa el equipo más popular del norte son Inimitables y lo muestran al país cada semana.
Se ganó un encuentro durísimo y se logró engrosar el promedio, máxima preocupación por estas latitudes.
Se observaron saludables recuperaciones futbolísticas como las del Flaco Pereyra, quien, junto a Erroz es uno de los que siempre se muestra como alternativa para sacar el equipo adelante, pedir la pelota y que muestra una confianza plena en sus posibilidades aún en los peores momentos. Levantada de algunos rendimientos que a lo largo del torneo no fueron a los que nos tuvieron acostumbrados como Damián Musto y la oportuna aparición de Emanuel Gigliotti con su aporte goleador y una entrega más que encomiable son sólo muestras del sendero adecuado a transitar. Que no se obstruyan reparando en lo positivo solamente y que ningún obstáculo impida apreciar la frondosidad de maravillas que encierra el fútbol nuestro en sí mismo, este inacabable universo de belleza en expansión infinita que tanto nos apasiona cuando de Atlético Tucumán se trata.
2 comentarios: on "Que el arbol no tape el bosque"
muy buen analisis decano es asi no hubo autocriticas en otro momento y creo que ahora que se gano y se tomo aire hay que decir un par de cosas.. aguante el dk uqe no nos vamos nunca mas¡¡
Bien lean!!! excelente nota...
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